Errores comunes en cerámica y cómo evitarlos

Aprende a evitar los fallos más típicos y disfruta del barro desde tu primera clase

Empezar en cerámica es emocionante: el tacto del barro, la libertad creativa, la idea de dar forma a algo que será tuyo para siempre. Pero como todo aprendizaje, el inicio está lleno de pequeños tropiezos que, si no se corrigen, pueden frustrar más de lo necesario.

En este artículo vamos a repasar los errores más comunes que cometen quienes se inician en cerámica y, lo más importante, cómo evitarlos. No se trata de buscar la perfección, sino de disfrutar el camino con menos frustraciones y más momentos mágicos frente al barro.

En el taller de cerámica de Andrea Suárez en Madrid, hemos visto cómo pequeños ajustes pueden transformar por completo la experiencia de un principiante. 

1. No preparar bien el barro antes de empezar

Uno de los errores más habituales entre principiantes es empezar a modelar sin preparar correctamente el barro. El material recién salido de la pella puede parecer listo, pero suele tener burbujas de aire escondidas o zonas con humedad desigual.

Estos pequeños defectos no siempre se ven a simple vista, pero afectan a la pieza. En el mejor de los casos, aparecerán grietas al secarse; en el peor, la pieza podría romperse o incluso explotar en el horno, arruinando horas de trabajo.

Cómo evitarlo:

  • Amasa con técnica. Utiliza el amasado en “cuerno” o en “espiral” para eliminar el aire y repartir la humedad de forma uniforme.

  • Observa y siente el barro. Notarás cómo cambia su textura a medida que lo trabajas.

  • No tengas prisa. Amasar no es un trámite: es tu primer contacto creativo con la pieza que vas a crear

2. Forzar demasiado el torno

Uno de los errores más comunes al iniciarse en el torno es pensar que hay que imponer tu fuerza al barro para que este obedezca. Esa lucha constante suele acabar con piezas deformadas, bordes descentrados y una sensación de frustración que te aleja del disfrute.

El torno y el barro no son enemigos: son socios en un mismo baile. Si aprietas demasiado, la pieza pierde simetría y tus manos se tensan, dificultando el control fino que necesitas.

Cómo evitarlo:

  • Relaja los hombros y apoya bien los codos. Una postura estable descarga tensión y te permite movimientos más precisos.

  • Usa la presión justa. Piensa en guiar, no en forzar. El torno ya aporta la fuerza centrífuga, y tus manos solo moldean y corrigen.

  • Detente y recoloca si notas resistencia. Si te das cuenta de que luchas contra el barro, para. Respira, humedece un poco la pieza si hace falta y reanuda con movimientos más suaves.

  • Aprovecha el ritmo del torno. Cada vuelta es una oportunidad de ajustar y mejorar la forma, no un pulso por vencerlo.

3. Ignorar la humedad en el secado

Uno de los momentos más críticos en el trabajo con cerámica no es el modelado, sino lo que pasa después: el secado.

El barro, cuando todavía está húmedo, es vulnerable. Si pierde el agua de forma desigual, las tensiones internas provocan grietas, deformaciones o incluso roturas antes de llegar al horno.

Cómo evitarlo:

  • Cubre las piezas con plástico para que la humedad se libere poco a poco. Puedes abrir un poco el plástico a medida que pasan los días para que el secado sea gradual.

  • Gira la pieza periódicamente para que todos los lados reciban el mismo flujo de aire y se eviten tensiones.

  • Controla el ambiente. Si trabajas en un clima muy seco, coloca un paño húmedo cerca de las piezas (sin que las toque directamente) para mantener cierta humedad en el entorno.

  • Ten paciencia. Un secado lento no solo evita problemas, sino que permite que la pieza alcance un estado óptimo antes de la cocción.

4. No limpiar bien las herramientas

Al final de una clase de cerámica, lo normal es que la atención esté puesta en la pieza que acabas de terminar… y no en la mesa de trabajo. Muchos principiantes —tanto en su propio espacio como en eñ taller de cerámica de Andrea Suarez en Madrid— caen en la tentación de dejar las herramientas tal cual están.

El problema es que el barro seco se adhiere con fuerza a esponjas, estecas o palas, y una vez endurecido es mucho más difícil de retirar. En la siguiente sesión, esos restos pueden acabar en tu nueva pieza, dejando marcas no deseadas o afectando la textura.

Cómo evitarlo:

  • Lava todo al terminar, incluso si crees que no tienes tiempo. Un minuto ahora puede ahorrarte media hora después.

  • Usa el cubo de agua del taller para enjuagar las herramientas mientras trabajas; así evitas que el barro se seque en ellas.

  • Sécalas bien antes de dejarlas en su sitio para que duren más y siempre estén listas.

  • Piensa en las herramientas como extensión de tus manos: cuanto mejor estén cuidadas, más fielmente responderán a tus ideas.

5. Subestimar la importancia del esmaltado

Para muchos principiantes, el esmaltado parece la parte “divertida” y final del proceso, casi como decorar una pieza ya hecha. Sin embargo, es una fase técnica y delicada que define el acabado, la textura, el color y hasta la durabilidad del objeto. Un mal esmaltado puede arruinar semanas de trabajo, incluso si la forma estaba perfecta.

Cómo evitarlo:

  • Limpia bien la pieza antes de esmaltar. En el taller, usamos una esponja húmeda para retirar polvo o restos de barro seco. Si no lo haces, esos granos quedarán atrapados bajo el esmalte y provocarán imperfecciones.

  • Aplica capas finas y uniformes: el exceso de esmalte no solo afecta la estética, sino que también puede gotear durante la cocción y dejar marcas permanentes.

  • Evita cubrir la base: en el taller dejamos un margen sin esmaltar. Si el esmalte llega a la base, al fundirse puede pegar la pieza al horno y romperla

6. Compararse con otros

En cerámica, cada persona avanza a su propio ritmo. Sin embargo, es fácil caer en la trampa de mirar la mesa de al lado y pensar: “Su pieza es mejor que la mía”. Este tipo de comparación no solo genera frustración, sino que te roba la oportunidad de disfrutar el proceso.

En el taller lo vemos a menudo: alguien llega a su primera clase y se sienta junto a un alumno que lleva meses practicando. La diferencia en las piezas es evidente… pero lo que no se ve es el camino recorrido, los intentos fallidos, las horas de práctica y la evolución que hay detrás.

Cómo evitarlo:

  • Inspírate sin competir: observa el trabajo de otros como una fuente de ideas, no como una medida de tu valor.

  • Valora tu propio proceso: cada pieza, incluso la que no te convence, contiene aprendizaje. Reconocer tus avances —por pequeños que sean— es la clave para seguir motivado.

  • Guarda tu primera pieza: aunque esté torcida o el esmalte no haya quedado perfecto, será tu recordatorio tangible de hasta dónde has llegado. En el taller, animamos a todos a conservarla para compararla con lo que logran meses después.

  • Acepta tu estilo único: la cerámica artesanal brilla precisamente porque no hay dos piezas iguales. Lo que ahora ves como un defecto puede convertirse en tu sello personal.

Un último consejo: la paciencia como herramienta

En cerámica, la paciencia es tan importante como el torno o las herramientas. No se trata de llegar rápido, sino de disfrutar cada paso.

Si quieres aprender con acompañamiento y un ambiente relajado, nuestros talleres de cerámica en Madrid te ofrecen justo eso: tiempo, espacio y guía para que cada error se convierta en un aprendizaje.

¿Torno o modelado? Descubre tu técnica

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Errores comunes en cerámica y cómo evitarlos

Aprende a evitar los fallos más típicos y disfruta del barro desde tu primera clase

Empezar en cerámica es emocionante: el tacto del barro, la libertad creativa, la idea de dar forma a algo que será tuyo para siempre. Pero como todo aprendizaje, el inicio está lleno de pequeños tropiezos que, si no se corrigen, pueden frustrar más de lo necesario.

En este artículo vamos a repasar los errores más comunes que cometen quienes se inician en cerámica y, lo más importante, cómo evitarlos. No se trata de buscar la perfección, sino de disfrutar el camino con menos frustraciones y más momentos mágicos frente al barro.

En el taller de cerámica de Andrea Suárez en Madrid, hemos visto cómo pequeños ajustes pueden transformar por completo la experiencia de un principiante. 

1. No preparar bien el barro antes de empezar

 

Uno de los errores más habituales entre principiantes es empezar a modelar sin preparar correctamente el barro. El material recién salido de la pella puede parecer listo, pero suele tener burbujas de aire escondidas o zonas con humedad desigual.

Estos pequeños defectos no siempre se ven a simple vista, pero afectan a la pieza. En el mejor de los casos, aparecerán grietas al secarse; en el peor, la pieza podría romperse o incluso explotar en el horno, arruinando horas de trabajo.

Cómo evitarlo:

  • Amasa con técnica. Utiliza el amasado en “cuerno” o en “espiral” para eliminar el aire y repartir la humedad de forma uniforme.

  • Observa y siente el barro. Notarás cómo cambia su textura a medida que lo trabajas.

  • No tengas prisa. Amasar no es un trámite: es tu primer contacto creativo con la pieza que vas a crear

2. Forzar demasiado el torno

Uno de los errores más comunes al iniciarse en el torno es pensar que hay que imponer tu fuerza al barro para que este obedezca. Esa lucha constante suele acabar con piezas deformadas, bordes descentrados y una sensación de frustración que te aleja del disfrute.

El torno y el barro no son enemigos: son socios en un mismo baile. Si aprietas demasiado, la pieza pierde simetría y tus manos se tensan, dificultando el control fino que necesitas.

Cómo evitarlo:

  • Relaja los hombros y apoya bien los codos. Una postura estable descarga tensión y te permite movimientos más precisos.

  • Usa la presión justa. Piensa en guiar, no en forzar. El torno ya aporta la fuerza centrífuga, y tus manos solo moldean y corrigen.

  • Detente y recoloca si notas resistencia. Si te das cuenta de que luchas contra el barro, para. Respira, humedece un poco la pieza si hace falta y reanuda con movimientos más suaves.

  • Aprovecha el ritmo del torno. Cada vuelta es una oportunidad de ajustar y mejorar la forma, no un pulso por vencerlo.

3. Ignorar la humedad en el secado

 

Uno de los momentos más críticos en el trabajo con cerámica no es el modelado, sino lo que pasa después: el secado.

El barro, cuando todavía está húmedo, es vulnerable. Si pierde el agua de forma desigual, las tensiones internas provocan grietas, deformaciones o incluso roturas antes de llegar al horno.

Cómo evitarlo:

  • Cubre las piezas con plástico para que la humedad se libere poco a poco. Puedes abrir un poco el plástico a medida que pasan los días para que el secado sea gradual.

  • Gira la pieza periódicamente para que todos los lados reciban el mismo flujo de aire y se eviten tensiones.

  • Controla el ambiente. Si trabajas en un clima muy seco, coloca un paño húmedo cerca de las piezas (sin que las toque directamente) para mantener cierta humedad en el entorno.

  • Ten paciencia. Un secado lento no solo evita problemas, sino que permite que la pieza alcance un estado óptimo antes de la cocción.

4. No limpiar bien las herramientas

Al final de una clase de cerámica, lo normal es que la atención esté puesta en la pieza que acabas de terminar… y no en la mesa de trabajo. Muchos principiantes —tanto en su propio espacio como en eñ taller de cerámica de Andrea Suarez en Madrid— caen en la tentación de dejar las herramientas tal cual están.

El problema es que el barro seco se adhiere con fuerza a esponjas, estecas o palas, y una vez endurecido es mucho más difícil de retirar. En la siguiente sesión, esos restos pueden acabar en tu nueva pieza, dejando marcas no deseadas o afectando la textura.

Cómo evitarlo:

  • Lava todo al terminar, incluso si crees que no tienes tiempo. Un minuto ahora puede ahorrarte media hora después.

  • Usa el cubo de agua del taller para enjuagar las herramientas mientras trabajas; así evitas que el barro se seque en ellas.

  • Sécalas bien antes de dejarlas en su sitio para que duren más y siempre estén listas.

  • Piensa en las herramientas como extensión de tus manos: cuanto mejor estén cuidadas, más fielmente responderán a tus ideas.

5. Subestimar la importancia del esmaltado

 

Para muchos principiantes, el esmaltado parece la parte “divertida” y final del proceso, casi como decorar una pieza ya hecha. Sin embargo, es una fase técnica y delicada que define el acabado, la textura, el color y hasta la durabilidad del objeto. Un mal esmaltado puede arruinar semanas de trabajo, incluso si la forma estaba perfecta.

Cómo evitarlo:

  • Limpia bien la pieza antes de esmaltar. En el taller, usamos una esponja húmeda para retirar polvo o restos de barro seco. Si no lo haces, esos granos quedarán atrapados bajo el esmalte y provocarán imperfecciones.

  • Aplica capas finas y uniformes: el exceso de esmalte no solo afecta la estética, sino que también puede gotear durante la cocción y dejar marcas permanentes.

  • Evita cubrir la base: en el taller dejamos un margen sin esmaltar. Si el esmalte llega a la base, al fundirse puede pegar la pieza al horno y romperla

6. Compararse con otros

En cerámica, cada persona avanza a su propio ritmo. Sin embargo, es fácil caer en la trampa de mirar la mesa de al lado y pensar: “Su pieza es mejor que la mía”. Este tipo de comparación no solo genera frustración, sino que te roba la oportunidad de disfrutar el proceso.

En el taller lo vemos a menudo: alguien llega a su primera clase y se sienta junto a un alumno que lleva meses practicando. La diferencia en las piezas es evidente… pero lo que no se ve es el camino recorrido, los intentos fallidos, las horas de práctica y la evolución que hay detrás.

Cómo evitarlo:

  • Inspírate sin competir: observa el trabajo de otros como una fuente de ideas, no como una medida de tu valor.

  • Valora tu propio proceso: cada pieza, incluso la que no te convence, contiene aprendizaje. Reconocer tus avances —por pequeños que sean— es la clave para seguir motivado.

  • Guarda tu primera pieza: aunque esté torcida o el esmalte no haya quedado perfecto, será tu recordatorio tangible de hasta dónde has llegado. En el taller, animamos a todos a conservarla para compararla con lo que logran meses después.

  • Acepta tu estilo único: la cerámica artesanal brilla precisamente porque no hay dos piezas iguales. Lo que ahora ves como un defecto puede convertirse en tu sello personal.

Un último consejo: la paciencia como herramienta

 

En cerámica, la paciencia es tan importante como el torno o las herramientas. No se trata de llegar rápido, sino de disfrutar cada paso.

Si quieres aprender con acompañamiento y un ambiente relajado, nuestros talleres de cerámica en Madrid te ofrecen justo eso: tiempo, espacio y guía para que cada error se convierta en un aprendizaje.

¿Torno o modelado? Descubre tu técnica

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